viernes, 26 de marzo de 2010

Divagando

     Ayer tuve una de las mejores clases facultativas desde que estoy en la carrera. No escuche ni una sola de las palabras del profesor, pero su tono de voz, su bajo volumen y sus incontenibles ganas de hablar sin pausa durante 2 horas fueron una perfecta canción de cuna para varios de los presentes, incluyéndome.
    Tengo una especie de problema o mecanismo mediante el cual cuando reconozco discursos vacíos, aburridos y/o inútiles mi mente simplemente cambia de canal y dispara un sinfín de incoherencias, aventuras o delirios (textos para el blog en síntesis).
       En esta ocasión solo se presentaron interrogantes. Esos interrogantes filosóficos, antropológicos y etcéteras que marcan nuestras vidas. Dígase:

  • ¿Como puede ser tan difícil sacar un escarbadiente por el pequeño orificio del envase?
  • ¿Porque la tirita roja de los paquetes de galletitas son tan difíciles de encontrar?
  • ¿Como no existe un gran gran libro que me diga exactamente que cocinar día a día hasta el fin?
  • ¿Como hace el control remoto para volverse inalcanzable cuando estamos viendo tele en la cama?
  • ¿Como nunca hay la cantidad suficiente de adaptadores/triples en casa si siempre hay la misma cantidad de aparatos?
  • ¿Como puede ser tan común olvidarme de agarrar un toallon antes de entrar a bañarme?
  • ¿Hasta cuantas ovejas hay que contar para dormirse?¿si llegué a la 18.275 es porque el método no me funciona?
  • ¿Podrán muchas hormigas juntas levantarme y trasladarme?¿o solo la hormiga atómica puede?
  • ¿Este profesor se auto-hablará cuando no puede dormir?
  • Si el tiempo no existe, ¿porque cada vez tengo menos pelo en la cabeza y mas en el pecho? (estúpido Nico)
  • ¿Porque no existe algún manual sobre protocolos sociales que me evite la mayoría de las vergüenzas y momentos incómodos?
  • ¿Como nadie se inspiró aún para postular al creador de los Simpsons a un nobel de la paz?
  • ¿Quien se atreve a negar el poder de la amistad cuando los que leen lo que escribo en este blog me siguen hablando?


La teoría terminó, queda una hora de práctica aún, pero la costumbre vivencial social dice que luego de dormir hay que tomar algo y comer unas galletas. Fue su culpa profesor, si quiere compramos una Cindor y unas Don Satur a medias.

viernes, 19 de marzo de 2010

Intruso

El sonido se hacía cada vez más intenso y agudo. Te acercabas. El miedo lentamente se empezaba a apoderar de mí a la vez que me acurrucaba más y más dentro de mi cama. El pulso se me aceleraba mientras te escuchaba cada vez más cercano. El corazón parecía martillar mi interior. Intenté respirar profundo para calmarme, era inútil, ya venias por mi, querías mi sangre y la lógica no iba a detenerte. Rápidamente pensé en huir, pero ¿a donde?, el único lugar que podía sentir seguro era bajo la fina sabana de algodón, lentamente la subí hasta mi nariz y me encogí tanto como pude.

Ya era tarde, la oscuridad no me dejaba ver, pero ese sonido incesante y punzante me rodeaba a gran velocidad, de un lado al otro como burlándose. Desesperación, valentía, locura, ¿quien sabe? Algo hacía que sin pensarlo diera manotazos al aire imaginando que en esa situación podía hacer algo en tu contra. Una vez mas, humillándome, te silenciabas, dándome unos segundos de falsa victoria. Traidor, jamás pensé que disfrutaras tanto jugar conmigo, con mi cordura, ¡¿porque simplemente no tomabas lo que habías venido a buscar y te ibas?!¡¿Porque el odio hacia mi?!¡¿PORQUE?! la impotencia fue tan grande que tus propios juegos se volvieron en tu contra. Decidido y ya sin nada que perder, de un salto salí de la cama y corrí al interruptor de luz. El corazón latía tan fuerte que casi podía escucharlo, mis manos comenzaban a tener ese sudor temeroso. En un primer momento casi creí que estaba loco. Estaba solo en la habitación, no podía ver a nadie. No podía ser, te escuche venir, te escuche rodearme, te escuche jugar conmigo, tenias que estar ahí. La habitación comenzaba a darme vueltas al rededor, ya no comprendía nada, el piso se movía, un fuerte dolor de cabeza me invadió. Tenía que terminar con esto. Sin pensarlo tomé una zapatilla del piso para defenderme, respire profundo y un segundo después todo se calmo. Te vi. Estabas ahí. Contra la pared, riendo de mí, creyéndote inmortal, creyéndote aún invisible. En un ataque de ira te arrojé la zapatilla con toda mi fuerza. Mi corazón se relaja. Ya no temo. Viniste por mi sangre, pero ahora es la tuya la que adorna mi pared. ¡Mañana pongo una tableta RAID® antes de acostarme mosquito hijo de puta!

viernes, 12 de marzo de 2010

Sentimientos

En un intento equivocado estuve a punto de describir todo lo que sentía como si fuese una montaña rusa, pero nada estaba más lejos. En las montañas rusas solo son dos momentos de sentimientos consecuentes: mientras se sube, arrepentimiento absoluto de haberse subido y desesperación de lo inevitable; mientras se baja, alta concentración de cagazo por la absolutamente improbable posibilidad de salir lastimado. Nada tiene que ver lo que siento con eso. 

Luego de ese intento fallido quise compararlo con una veleta, esos cuasi perfectos adornos sobre los tejados de las viejas casas que de manera tan simple nos dicen algo tan importante, para donde va el viento, para donde no ir con la bicicleta. La veleta cambia constantemente de posición cuando el viento cambia, pero su estado es siempre el mismo, total aburrimiento por tener que cumplir las 24 horas del día el mismo papel mientras nadie lo mira, porque ahora existe el canal 79 del clima. Otra vez, nada tenía que ver conmigo. 

Se me ocurrió algo que iba bastante orientado. La idea de intentar armar un rompecabezas en el patio. Descubrí que quien lo arma se siente mejor a medida que va colocando las fichas y pésimo cuando el viento desarma todo, el perro salta sobre la mesa o un caracol cae desde una planta dentro del vaso de gaseosa que tomábamos mientras lo armábamos. Pero hay intervalos en los que no se agregan ni sacan piezas, y solo causan aburrimiento, ni alegría ni tristeza, tampoco tenía que ver con eso lo que sentía, no estoy aburrido (aunque parezca por escribir esto). 

Las ideas se acababan. Como ultimo recurso pensé en hacer una fusión, ¿porque cambiar las comparaciones si se podían reemplazar las partes que estaban mal?. Que iluso, nada se podía hacer. Pensar que lo que sentía era comparable con armar un rompecabezas en el carrito de una montaña rusa que giraba sobre su eje según el viento como una veleta no solo era extremadamente rebuscado, sino que el único sentimiento que generaba era desesperación acompañada de unas inaguantables ganas de regurgitar el almuerzo y desayuno del día. 

Solo quedaba una opción la más lógica, o sea, la última a la cual podría haber arribado yo. No comparar. Simplemente expresar lo que es. Pero (¿porque siempre habrá un pero?), un segundo de cordura me hace notar que estoy pensando en voz alta, no solo en voz alta, ¡en texto público!. ¿Porque contar a miles de personas lo que siente un extraño?¿Porque aburrir con sentimientos comunes a quienes pasan a buscar una sonrisa?. Mejor empiezo a escribir el siguiente post, en el que... no, no les voy a adelantar nada ahora. Mejor pasen el viernes que viene.

viernes, 5 de marzo de 2010

Transporte público – ¿Acoso o eleva autoestima?

Y es así como sucede. Para quien padezca de disgusto de sus posaderas que lo utilice a menudo, notara que a muchos les agrada. Para quien sea sensible en cuanto a su espacio íntimo y no le gusta que lo toquen, ¡aléjense! 
La ecuación es bastante simple: 

=> “tomarse un colectivo en horas pico”=“que te toquen el culo desde que te subís hasta que te bajas” <= 

No es más ciencia que eso. 

Comienza desde el momento en que viene atrasado, como consecuencia, lleno, mas los quince que quieren subir en la misma parada que vos, terminas haciendo tres cuadras en el segundo escalón de la escalera mientras el que subió después de vos colgado de las manijas te toca el culo

Cuando mas o menos los pasajeros se van acomodando y llegas al punto donde te toca pagar, hasta el colectivero, con sus dos manos en el volante, te toca el culo cuando ves en el visor de la maquina que te descontaron $1,80 por un viaje incómodo, de 20 cuadras, en un colectivo que anda a destiempo, esta viejo, sucio y roto. Si, no lo niegues, te tocaron el culo

Mientras mas vivo que los demás decidís caminar hacia el fondo del colectivo, donde siempre hay lugar, pero el resto parece no darse cuenta y se amontona al principio, sentís como te muevas como te muevas y pases como pases, ¡te tocan el culo!, es increíble, o el colectivo esta ocupado por un 50% de froteuristas, o yo soy muy paranoico, pero que te tocan el culo te lo tocan

Durante el viaje existen dos posibilidades: 
1.- Que pases todo el viaje parado, mientras cada una de las personas que va a bajar te toca el culo cuando pasa. 

2.- Que hayas conseguido un asiento de casualidad y que a las pocas cuadras una pequeña viejecita con rostro angelical y veintitrés bolsas de supermercado, que ella sola sabe como las trajo hasta el colectivo, suba y se pare bien cerca tuyo, y mientras los demás pasajeros sentados, miren hacia afuera con su mejor cara de pelotudo y con sus mp3s a todo lo que da, los pasajeros parados solo te miren a vos con odio en sus miradas y un movimiento de cabeza hacia los costados donde claramente se lee: -No puede ser... que maleducado... es cierto que la juventud esta perdida, etc- O sea, una vez mas te tocan el culo cuando tenes que ceder tu lugar a alguien que no debía de tomarse el colectivo si no podía ir parada. Y para sumar porotos a la canasta, pasas a estar en la primer situación, donde los que se bajan también te tocan el culo

Por último, el momento de bajar. Estas en el fondo del colectivo, pero increíblemente entre vos y el timbre hay muchísima gente. Creo que ya todos entienden lo que pasa, en los tres pasos y un giro que tenés que hacer para tocar el timbre y bajar, te van a tocar el culo casi como durante todo el viaje. 

Una vez debajo del colectivo (la sensación más liberadora sobre la tierra, después de tirar un celular desde una ala delta en el valle de la luna), sucede lo inexplicable, te bajes en un descampado o en medio del centro de la ciudad turística mas importante, existe un 97% de posibilidades de que pase alguien corriendo y ... (¡todos juntos!) TE TOQUE EL CULO.