sábado, 28 de noviembre de 2015

Mamushka

     Camino a terapia, en realidad, no tan camino. La verdad es que no llegué a salir de mi casa. Como cada vez que voy a iniciar cualquier actividad, antes, debo pasar por la heladera para comprobar que sigue tan vacía como la dejé la última vez.

     Algunos osan llamarme "vueltero". Vueltero es un perro persiguiendo su cola, es mi amiga eligiendo que ponerse, es el borracho del barrio que se cree perinola, da un par de giros, grita 'toman todos' y vacía su cartón de vino Toro.

     Yo no soy vueltero, soy constante. Constantemente hago cosas sin sentido ni razón aparente que me distraen del objetivo que tenía. Así, tareas que deberían ocuparme pocos minutos, están pendientes desde mis 15 años. Como madurar, por ejemplo.

     Heladera. No esquivemos el tema. Pensar en la heladera y en los tres años de ausencia, generan una combinación por demás interesante. Siempre odié tirar la comida. Y hago bien, porque en esta oportunidad me permitió corroborar uno de los misterios mas misteriosos de la misteriosidad. La creación de la vida.

      Crear vida es tan sencillo como dejar una fuente pequeña con algo de comida durante un par de meses en la heladera. A la gente común puede sucederle. Al cabo de un tiempo, se encontrarán con algo lleno de hongitos vivientes de colores.

     ¿Que pasaría si no hablamos de gente común? ¿Si en lugar de unos meses hablamos de tres años?. Te cuento. Lo que encontrás se pudrió tanto, y evolucionó tanto, que llegas a dilucidar pequeñas personitas, con sus propias  pequeñas casas, que contienen sus pequeñas heladeras, en donde también olvidaron sus pequeñas fuentes con comida por meses. Todo es tan claro. ¡Mamushka!. El universo es una gran Mamushka de fuentes olvidadas. 

     Es innegable, Dios existe, pero ya no como quien todo lo ve y lo protege, al contrario, somos su fuente olvidada en la heladera.

     ¿Ahora quien me niega que la historia de Noe no trata de Dios lavando la fuente? 

sábado, 21 de noviembre de 2015

Tiempo de volver III

... Anteriormente, en otros capítulos de Tiempo de volver:
(...)
Si ya los leíste, sabés que pasa. Si no los leíste, andá a leerlos.



  • Conocí el amor de mi vida y no me animé a pedirle el teléfono.
  • Volví a conocer el amor de mi vida pero iba por la vereda de en frente.
  • Conocí una vez mas el amor de mi vida, pero yo no era el suyo.
  • Insulté al que dijo que el tren pasa una sola vez.
  • Estuve en las principales capitales de Sudamérica. Tengo una remera de 'I love [inserte nombre de ciudad aquí]' de cada una y la uso dentro del pantalón.
  • Dejé de entender lo que significan 'distancia' y 'frontera'. Pero empecé a entender las palabras 'extrañar', 'límite de descubierto' y 'saldo de VISA insuficiente'.  
  • Me anoté en una beca y la gané. No la cobré porque todavía no me recibí.
  • Firmé una petición para que se realice el plebiscito por la independencia catalana. Ahora me siento con derecho a usar boina y barba.
  • Hice pan casero decenas de veces. Ninguna convidé.
Pausa.


Rebobinemos.


No me recibí. Cuando me preguntan ¿por qué?, respondo: no tuve tiempo. Tiempo. Claramente, si leemos toda la lista anterior, es evidente que no es problema de tiempos sino de prioridades. Escribir apesta. Pido sinceras disculpas a todos aquellos a los cuales durante estos años les mentí descarada e inconscientemente.


Continuamos.

  • Aprendí sobre mecánica. Mi profesora de inglés tenía razón cuando decía que la ingeniería consistía en ajustar tornillos.
  • Dormí en una suite presidencial. No, no fue trabajando de acompañante.
  • Entré con alpargatas a un casino. Nadie se atrevió a echarme.
  • Estuve en la catedral Neogótica mas grande de Sudamérica. Está rodeada de la mayor cantidad de indigentes en Sudamérica.
  • Perdoné a los que usan riñonera.
  • Acepté mi pérdida de pelo. Devolvé mi dinero Veterini.  
  • Me bañé en el mediterráneo. Sigo sin entender la canción de Serrat.
  • Estuve por primera vez en una gran nevada. Hacer angelitos en el piso no es tan fácil ni feliz como muestran en las películas. 
  • Recorrí parte de la ruta 66 de EEUU escuchando a Pappo. Envidien.
  • Sufrí por primera vez un terremoto.
  • Estuve en una ciudad con un volcán en erupción.
  • Me compré un charango en Bolivia. No lo toco porque me da pena el quirquincho que dio su vida para convertirse en música.
  • Subí hasta la cima de 5 montañas. En ninguna tuve señal de celular. Si algún día se pierden, no busquen un punto alto para comunicarse, el cine miente.
  • Perseguí el final de un arco iris. Después decidí dejar las drogas.
  • Fui tío por primera vez.
  • Intercambié todos los futuros buenos remates de mis post por 5 habichuelas mágicas.
    Una psicóloga me interrumpe mientras escribo. Aparentemente, incluir con igual importancia en una lista de hitos, tanto que 'hice pan', como que viajé al fin del mundo y que fui tío, indica que tengo algunos desordenes mentales que curar, ¡que novedad!. Me voy a terapia, quizás otro día les cuente como me fue.

sábado, 14 de noviembre de 2015

Tiempo de volver II

... Previously on Salida de Emergencia:
M: ¡Oh! ¡No comprendo el tiempo! ¡Soy muy limitado!
(...)
M: ¡Mira, un reloj con calendario!... ¡Aléjate de mi Satanás!
(...)
M: He encontrado una buena excusa para enumerar las cosas que estuve haciendo todo este tiempo. ¡Bien por mi!



  •      En tres años de ausencia tuve tres trabajos formales distintos y dos informales. Ninguno era mi vocación.
  •      Crucé la cordillera de los andes 2 veces y otras dos llegué hasta la mitad.
  •      Pisé la mitad del mundo en el paralelo 0° y pude repartir un pedo en los dos hemisferios a la vez.
  •      Volé en avión por primera vez y por segunda y por tercera y por decimonovena y por noventaiseisava.
  •      Estuve solo en otro país y extrañé a mamá.
    Cordillera de los Andes
  •     Aprendí palabras en catalán, en portugués, en indonesio, en japonés, en francés, en rumano y hasta en español. Ninguna me ayudó a conseguir novia.
  •      Me enamoré y me desenamoré, me enamoré y me desenamoré, me enamoré y me desenamoré, me… bueno, se entiende.
  •      Probé recetas autóctonas de distintas culturas. Luego cagué fuego.
  •      Fui a por lo menos 20 recitales. Ninguno de ellos es de Arjona. Al menos uno lo esperaba por muchos años con ansias.
  •      Formé parte de una orquesta y toqué de invitado con una banda. En cada una de las actuaciones me perdí y tuve que improvisar. Si, se notó, pero la amistad es sorda. Me retiré antes de poner a prueba que tan sorda.
  •      Me compré mi primer Smartphone. Clavé el visto. Actualicé Android sin saber qué significa eso. Y entregué mi alma sin saberlo por no leer y aceptar mil acuerdos de privacidad y permisos para bajarme las aplicaciones que quería.
    Paralelo 0°
  •      Me borraron de Facebook y lo superé.
  •      Compré mi primer auto y no lo lavo. Pero limpio las cacas de paloma que caen en las manijas.
  •      Me mudé solo. No, mentira, todo el resto de mi familia se mudó y me dejaron solo con el perro.
  •      Conocí la estatua de Cristo más grande del mundo. Está en Bolivia (¡en tu cara Río de Janeiro!). Me saqué una selfie y ahora soy mejor persona.
  •      Estuve en el edificio más alto de Sudamérica pero no subí hasta arriba porque no encontré la puerta.
  •      Participé de un rodeo americano, saludé cowboys y les grité: ¡aguanten los gauchos! Cowboy maricón. ¡Usá botas de hombre! Después corrí.
  •      Crucé el atlántico por primera vez, y por segunda y por tercera. En las tres me quedé dormido y no vi nada.
  •      Conocí la obra maestra de Gaudí. No la terminó. Después dicen que yo no soy constante. Él se dedicaba a eso y prefirió morirse a terminarlo.
    @marquitosciro
  •      Entré a la cancha del Barça y no conocí a Messi. Pero me saqué una foto con su gigantografía. Y toqué una réplica de su botín de oro a pesar de que decía “no tocar”.
  •      Comí pescado de río a la parrilla por primera vez. Se me atascó una espina en la garganta por primera vez. Escupí a un gerente sin querer por primera vez.
  •      Descargué el ‘preguntados’ al celular y solo le ganaba a algunos pocos. Después descubrí que los otros buscaban las respuestas en google muy rápido.
  •      Jugué Candy Crush y no lo terminé porque soy malísimo.
  •     Participé de cientos de partidos de fútbol. En todos le pegué a alguien (sin querer), en casi todos me hicieron un caño y en ninguno pateé bien de zurda.
(continuará...) 

(si, hay mas, mucho mas...)

sábado, 7 de noviembre de 2015

Tiempo de volver

    ¿Cómo explicar 3 años de ausencia sin caer en la vieja y conocida “fui abducido por Aliens”?. Sencillo. Me quedé dormido. Literalmente me quedé dormido centenares de veces. Me quedé dormido en un colectivo, en un avión, en un auto, en una sala de espera, en un sillón, en una hamaca, en una silla, en una mesa, en una cucha, en el piso, en una cama. Me quedé dormido viéndote a los ojos, abrazándote, escribiéndote, puteando y extrañando. Me quedé dormido en mi casa, en el banco, en la oficina, en un consultorio, en la panadería, en tu casa, en la casa de él y en la de ella. ¡Qué lindo que es dormir! Es indiscutible. Y al que piensa distinto lo arreglamos después de la siesta.

    En síntesis, ¿Por qué digo que me quedé dormido? De cada uno de mis días, al menos un tercio, ocho horas, básicamente lo dormí. Entonces, en estos tres años de ausencia, al menos uno completo y quizás mas, estuve durmiendo. Dormir encabeza el top 3 de mis actividades desde que no tienen novedades de mí. Suena a desperdicio ¿no?. No.

relojes re locos
    Tres años sugieren mucho tiempo, pero yo siempre tuve problemas para entender realmente cuanto significa una medida de tiempo. En mi mente, Michael Jackson murió hace dos años, mi abuela todavía tiene 64 y el medio sándwich de matambre que duerme en la heladera todavía se puede comer porque no lleva tantos meses ahí. Soy de los que usan la expresión “el otro día” sin importar si fue la semana pasada, hace dos años o cuando nació Mirtha Legrand. De los que preguntan “cuántos años tienes” por compromiso, porque el número no me significa absolutamente nada sin acompañarlo de que hiciste durante esa cantidad de años. Para mi, “llego en 5 minutos”, “ya salgo”, “en estos días nos vemos”, “le quedan 3 meses de vida”, son simples formas de hablar, expresiones carentes de literalidad.
 
   No pretendo dejar una huella en el mundo, no me creo lo suficientemente importante y sinceramente prefiero dormir, pero sí busco conocer y vivir las huellas de todos los demás. Y de eso se trató este último tiempo. Así, me puse a cuantificar estos tres años con todo lo que había hecho y lo que no.

(Continuará…)