sábado, 1 de enero de 2011

Año Nuevo. Blog Viejo.

     Si, aunque no lo crean, me estoy por poner serio, en la medida de lo posible para mi, claro está.
     No hay motivo claro, ni específico, quizás tenga algo que ver con aquel primer lejano objetivo de este blog, que era darle un lugar a las palabras que en la vida no lo tenían, porque el protocolo no lo entendía correcto. No sé, ni creo sea de importancia saberlo.
     La cuestión es que, como cada año, el cambio de cifra me pone nostálgico. Dan ganas de recordar, de agradecer, de extrañar, de putear, de todas esas cosas que el clima social nos arrastra a querer, incluso gastaría plata en comprar si la tuviera.
     Lo primero que se me viene a la cabeza siempre son las personas. Recordar a aquellos que ya no son parte de mi cotidianidad por cualquier motivo, a los que empezaron a serlo y hasta los que siempre fueron y son (esto sin contar otras combinaciones posibles como las que me hubiese gustado que sean parte y no me dieron ni bola, o las que no quise darles bola y así y todo son parte, jugarretas del destino en síntesis). Todos pasan de a uno mientras me muevo en la lista de contactos de mi celular. En pocos segundos tengo tantas sensaciones distintas, muchas de las cuales puedo solucionar en el acto con un mensaje de texto, para preguntar como está, para desear un buen año o simplemente para mandarlo bien a la *****(mierda); pero muchas otras no, porque son complejas, o muy personales, o ¿incorrectas? ¿inesperadas?, o vaya uno a saber porqué. Cuantos abrazos de esos que se dan cuando hace mucho no se ve, no dados. Cuantos ¡te extraño! melancólicos y sinceros que van a desaparecer en cuanto mi celular cambie de contacto. Cuantos te quiero dichos desde lo mas profundo que nunca se van a leer ni escuchar. Cuantos 'perdón' que no me animé a decir. Podría esta ser una manera de llegar... podría...
     Cuando la lista se termina, reviso mi calendario con su agenda. Un invento fantástico si además de anotar lo que tenemos que hacer, nos acordamos de ver lo que anotamos. Claramente no es mi caso.
     Primero las tareas pendientes. Montones de "esta semana juntarse con", "cuando termino de rendir llamar a", "ver peli tal", "arreglar tal cosa", "comprar tal otra", "averiguar aquella". Larga lista de marcas rojas en el calendario que si fuese encontrado así, cuando yo ya no despierte, dirían que me fui infeliz, pero no, solo me fui con mucha fiaca, vagancia y quedadez...
     De todos modos la concientización dura lo que la resaca festiva. Mañana se vuelve a la idea original. Cuando sea tarde, ya es tarde... y mientras quede tiempo, para que hacerlo ya, ¡si hay tiempo!. Lástima que la palabra tiempo sea tan poco específica, y se use tanto para años como para meses, días y hasta horas.
     Mi celular es tan plurifuncional, que también tiene citas y tareas realizadas, ¡vaya novedad!, el 90% son parciales, parcialitos, entregas de trabajos, informes, investigaciones y puf de cosas facultativas, ¿y la vida?... -no pibe, no, estudias ingeniería-, ah cierto, perdón.
     No, no es tan terrible, exagerar es divertido, nadie te obliga a estar donde estas o hacer lo que haces, las prioridades las pone uno. Solo que algunos se animan mas que otros.
     En fin, podría seguir contando todas las cosas que no viví, intentando poner palabras a sentimientos que no sentí o dar mas lecciones de que cosas que no aprendí, pero es mejor aprovechar la excusa servida que nos da el cambio de año para esperar que mágicamente todo lo bueno se mantenga y todo lo malo cambie.


Bienvenido al 2011, un mejor año, si así usted lo desea.  

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