martes, 3 de julio de 2012

Al que madruga

     "Al que madruga, Dios lo ayuda dice el refrán". Quizás por eso mi vida es tan desgraciada.
     Existía allá por los 90' algo que el común de la gente suele llamar "voluntad". La asistencia a la primaria en el turno mañana no era ningún problema para el pequeño Marcos que se levantaba con gusto cada día a las 6:00 AM para entrar a las 7:15 AM. Extrañamente, con el tiempo, esa rutina no se volvió costumbre ni se mecanizo, por el contrario, a medida que pasaban los años se volvió cada vez mas dificultosa y ardua. En la secundaria, las 6:00 AM se convirtieron mágicamente en las 7:05 AM. Mas tarde, ya en la universidad, pensar en un solo dígito principal en el horario era pecado.
     ¿Como luchar contra la fuerza sobre natural que me atraía hacía mi cama?. Para combatirlo tenía que comprenderlo, pero comprender la fuerza de gravedad generada por mis aposentos era imposible, entonces, ¿porque luchar contra eso?. Un nuevo refrán reemplazó el anterior, "Si no puedes con ellos, úneteles"
    Mi madrugada se desplazó a las 10 de la mañana, para la cual, si quiero disfrutarla, debo recordar colocar el reloj despertador a las 8 de la mañana para que suene durante esas dos horas exactamente cada 10 minutos y me despierte cada vez. A menudo, para disminuir el grado de culpa o vergüenza, se puede repetir una gran mentira antes de acostarnos, como por ejemplo: "De verdad, mañana me levanto apenas suena el despertador.". Si, apenas suene por decimonovena vez. No hay que preocuparse si estamos faltos de inspiración y solo se nos ocurre una misma frase día tras día. Yo hace años que uso la misma y me la creo día tras día casi desde lo mas profundo de mi ser, excepto los domingos y feriados (y algunos sábados).
     En los comienzos de esta transformación de horarios, que algunos llaman vagancia, flojera, pereza, desidia, holgazanería, pero que yo llamo templanza, paciencia, calma abundante, serenidad, paz interior, intenté no entregarme, intenté ser fiel a mi primera intención al colocar la hora en el despertador, pero fue en vano,
  • Comencé como todo ser humano normal, colocando un despertador en mi "mesa de luz", el cual apagaba sin darme cuenta y seguía durmiendo largos ratos.
  • Para adquirir conciencia de que sonaba, decidí colocar ese despertador un poco mas lejos del alcance, suponiendo que el movimiento para llegar a apagarlo sería suficiente para despertarme. Si, un iluso.
  • Ya en lo que considere una solución extremista empecé a dejar el despertador lejos de la cama, de modo que para apagarlo tenga que salir de la misma. Solo logre morirme de frió cada 10 minutos mientras corría de mi cama al despertador y de vuelta a mi cama cada vez que sonaba.
  • Intenté involucrar a terceros para que me despierten. Ahí no solo descubrí que ya estaba grande para no despertarme solo, sino también que tengo la capacidad de mentir dormido y convencer a mi entorno de que estoy despierto y que pronto los acompañaré en el desayuno.
La batalla contra el comienzo del día esta casi perdida, invento excusas para no levantarme:
  • Justo me ocuparon el baño.
  • Puedo desayunar media hora mas rápido de lo que lo hago siempre.
  • Para que levantarme a estudiar si igual voy a desaprobar.
  • Hasta que el duende del techo no se vaya no me levanto.
  • Si no me traen el desayuno no me muevo.
  • Creo que tengo fiebre amarilla.
  • ¡No siento mis piernas!¡NO LAS SIENTO!
  • etc. 
     En fin, quizás algún día mi rutina cambie y necesariamente comience a levantarme temprano. Mejor aún, quizás algún día llegue a ser presidente y por decreto pueda desplazar el horario no solo en verano, sino todo el año. Por lo pronto, como todas mis historias, esto solo lleva acarreada una moraleja, pero no la se, quizás cuando me levante de la cama se me ocurra y la escriba.