domingo, 13 de febrero de 2011

Crónicas de una promoción II

     Si, como ustedes piensan, la vida del promotor no es para nada sencilla. Aunque claramente solo aquellos que vivieron la experiencia de serlo conocen el alto riesgo y la insalubridad del empleo. No por nada la ausencia de un sindicato de promotores es tan poco divulgada.
     Día tras día filas de jóvenes representantes de entidades enfrentan al mundo en las calles marplatenses. No cualquier mundo, un mundo en vacaciones. Si, teman, yo también temí cuando lo escribí.
     El mundo en vacaciones se transforma. El protocolo y las costumbres sociales pasan a ser parte de la ropa de invierno bien guardada en el fondo del ropero. Así, todo ciudadano que circule por las calles puede ser clasificable en un tipo de "manguero".

Mangueros orgullosos: es gratis, claro que lo quieren, pero su orgullo les impide mezclarse con aquellos que si piden. Estos pasarán de largo con expresión de superación y hasta en casos extremos, repudio. 

Manguero familiero: estos son aquellos que luego de obtener su regalo, con rostro angelical e inseguro, se transformarán en la voz y voto de sus quichicientos nietos, sobrinos, hermanos, hijos, padrinos, nodrizas, perros, pericos y cobayos.

Manguero tragicómico: poseen, además de un muy bajo nivel de actuación, todo un gran repertorio de excusas absurdas para recibir con prioridad el objeto, tales como: "estoy con mi bebé al sol", "me operaron de la rodilla", "tengo conjuntivitis", "estoy sufrieendoo, dame unoo", "en casa somos pobres", "vengo todos los días y nunca me dan nada", "la luz de las estrellas reflejó en el horizonte del mar mi derecho divino de hacerme con una de esas gorras".

Manguero curioso: (también confundido con los vergonzosos) este se detendrá a pocos metros del lugar de la repartición, simulando una falsa actividad o búsqueda de "nada" en varias direcciones, anhelando el contacto visual para percatarse de que, ¡Oh casualidad! ¡están regalando algo justo tan cerca del lugar donde debo estar! y así sutilmente hacerse del objeto de promoción. 

Manguero maleable: mentirá todo lo posible diciendo que esta haciendo las actividades físicas, los análisis y hasta los juegos de niños, para convencernos de que son merecedores de nuestros obsequios. Prometerán dejar de fumar, separarse de sus amantes y dejar de orinar casas ajenas. ¡Tiemblen ante el poder de una baraja de naipes!

Manguero educado: no todo es pesadilla, también esta quien con un "buen día", una sonrisa y un "por favor", se llevará mas que merecidamente todos nuestros motivadores de hábitos saludables.

Manguero insaciable: lo verás con los brazos cargados de regalos, tendrá la gorra, remera, cantimplora, cartas, folletos, reglas, señaladores, calzoncillos, corpiños, cepillo de dientes y hasta el celular de algún promotor... y luego osará decir: y no dan nada mas que esto?

Manguero zombie: su único objetivo será alcanzar el objeto de promoción. Sea un kit completo de uniforme o un señalador de libro, intentará por todo medio hacerse de uno. Violentará ventanas de camionetas, arrancará el material de manos de los promotores, pegara patadas, morderá hombros, pellizcara pezones y hará ruidos viscerales extraños. De muchos de estos solo se verán sus brazos arribando por cualquier hueco disponible, tanteando los alrededores en busca de reconocer algo gratis extraíble.

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