Existe una gran diferencia entre ser paranoico y ser realista. Yo realmente no se cual es. Lo que si se, es que las cortinas son peligrosas. Peligrosas como muy pocas cosas en la vida. Fíjense nomas que siempre, no importa el tipo de cortina que sea, ni su nacionalidad, ni su color, ni su religión, siempre ocultan algo. ¿Con que necesidad? Uno les permite ingresar al hogar, confía en ellas, sin embargo, nunca son del todo transparentes.
Al principio no entendía, pero era tan evidente, ¿Cómo puede uno confiarse de algo que se mantiene ahí quieto todo el día, en el mismo lugar, mirando fijo un mismo punto y meciéndose de a momentos como si padeciera autismo?, es obvio que algo traman. Por eso siempre le pido a mamá que las lave por separado en el lavarropas. Si solas son peligrosas, imagínense si dejamos que se organicen. Yo por las dudas siempre les doy dos o tres centrifugadas de más y dejo un frasco con polillas frente a la tapa para infundirles respeto.
Claramente, las más peligrosas son las cortinas de baño. No hace falta demasiada aclaración. En toda película de terror hay una de ellas involucrada. A mí se me pone la piel de gallina cuando llega la escena de la cortina. De todos modos solo deberían preocuparse las chicas sexys y voluptuosas.
De mismo modo, podemos advertir lo buchonas y lamepies (quedaba feo decir lameculos) que son las típicas cortinas de oficina, cuando se dejan correr por los diabólicos dedos del jefe, para que éste por la diminuta ranura que generó, descubra que no solo jugamos buscaminas y hacemos clics en cuanto “me gusta” se nos cruza en facebook, sino que además lo estamos criticando en el blog.
Hay mucho mas para contar, pero sus cortinas pueden estar espiando por sobre sus hombros. Cuando sea seguro, voy a contarles sobre esas cortinas secretas que se hacen pasar por vestidos y las mujeres ingenuamente las usan.