Es habitual escuchar en los tiempos que corren especialmente proveniente de gente algo mayor decir algo así como: "Hoy en día todos vivimos enrejados en nuestras casas, los chorros libres caminando por ahí y nosotros encerrados".
Esta expresión me produce indignación, pero no la típica indignación que acarrea enojo y frustración. Yo suelo padecer un tipo de indignación carente de esos otros sentimientos, es decir, me indigna, pero no me importa, no me afecta, me resbala. Puede ser llamada indignación poética, indignarse por el simple hecho de hacerlo.
Cuando yo le digo a la gente con tono duro y serio: - Me indigna.- Suelen responderme: -Bueno, pero no te pongas así- Y yo respondo con total soltura y relajación: -Pero no me importa.- Lo que dispara una interminable conversación que se repite una y otra vez y se resume en:
1- Marcos: Me indigna.2- Gente: Tranquilo.
3- Marcos: No me importa.
4- Gente: ¿Entonces?
5- Reinicia desde punto 1
El arte de indignarse sin que nos importe no es tan dificil como parece. Basta con encontrar un tema acerca del cual nunca oimos hablar en la vida y decir que nos indigna, así, el tema no lleva el suficiente tiempo en nuestras vidas como para que la indignación nos afecte.
Entonces por ejemplo puede sucederse:
- Ejemplo nº 1:
-¿Escuchaste sobre el nuevo plan trabajar?-
-No, pero me indigna.- - Ejemplo nº2:
-Descubrí que si en la play 3 apreto X+R1+L2 aparecen unas bailarinas con la musica de Nino Bravo.-
-Si, me indigna lo de las bailarinas.-
-¿Que, tenes la play 3 vos también?-
-No, por eso me indigna.-
En síntesis, Señora, Señor, Quejoso, Quejosa, lo importante no es quien vive de que lado de la reja, sino quien tiene la llave de la puerta.